Fray Antonio de Lorea (Almagro,
1635 – ? c. 1684-85)
Sobre Antonio de Lorea publicamos en este CD, de manera complementaria a la
edición del David pecador..., un extenso estudio bio-bibliográfico
elaborado para nosotros por el padre Francisco Sánchez-Hermosilla OP, donde se
recoge una buena cantidad de informaciones hasta ahora dispersas o inéditas, y
cuidadosas descripciones bibliográficas con la localización de los ejemplares. A
este estudio remitimos para la ampliación de la nota que aquí sigue.
Como explica
Francisco Sánchez-Hermosilla, la suerte de fray Antonio de Lorea es algo
paradójica: se le cita con frecuencia como autor de una obra que no publicó (la
Historia de la Provincia de Andalucía de la Orden de Predicadores) y se
ignoran sus obras publicadas, generalmente hagiográficas. Solo últimamente su
nombre se ha divulgado más al unirse a la nómina de autores españoles de
literatura emblemática.
Antonio de Lorea
nació en Almagro (Ciudad Real) en 1635, en el seno de una familia muy humilde.
Su padre había llegado a Almagro desde su Navarra natal en busca de mejor
fortuna. Seguramente al poco tiempo se casaría con Isabel Bravo, de Ciudad Real.
Antonio fue el primero de los ocho hijos del matrimonio pero, según él mismo
relata, dos de ellos debieron morir bastante jóvenes.
Contando quince
o dieciséis años ingresa en el Convento del Rosario de Almagro, realiza el
noviciado en 1651, y en 1657, con veintidós años, ya está ordenado de
presbítero. Parece que tuvo un rápido reconocimiento como predicador en las
grandes ciudades de Castilla y Andalucía, cosa de la que habla con orgullo en
varias ocasiones. En sus Metáforas panegíricas en oraciones evangélicas
(Madrid 1671) se recogen sermones predicados desde 1657 hasta esta fecha de
publicación, y con ellos se pueden seguir sus pasos en aquellos años. Sus
estancias más largas las realiza en el Convento de Antequera, pero en 1669
estará como colegial del Convento de Regina, en Sevilla.
Desde 1671 es
difícil ubicar a fray Antonio. La mayoría de sus obras se publican en Madrid,
por lo que se podría suponer su proximidad a la Corte. También hay datos para
pensar que residía en Almagro. En cualquier caso estas estancias no son
incompatibles con una vida relativamente itinerante repartida entre los
conventos de la provincia andaluza, cosa que le ayudaría a la redacción de su
historia.
Aunque dice
Lorea tener impresos veinticuatro libros, nosotros podemos contar hasta
diecisiete obras diferentes; algunas de ellas traducciones o ampliaciones de
escritos ajenos, como la vida de Santa Rosa de Lima (traducción de la de
Leonardo Hansen), o la de Sor María Vilani (de Domingo Marchese) —ver la
bibliografía completa de Sánchez-Hermosilla—. Pero es cierto que dedicó muchos
esfuerzos a su pasión por la escritura y una gran tenacidad para conseguir
publicarlas. Aún así dejó siete obras inéditas, de las que —salvo la historia de
la Provincia— no hay rastro. Sánchez-Hermosilla analiza los problemas de Lorea
con la censura, en especial sus conflictos con el Maestro de la Orden, Tomás de
Rocaberti que ordenó que sus obras fueran estrictamente revisadas y censuradas.
Curiosamente, un encargo de Rocaberti, la biografía de la Venerable Hipólita de
Jesús, entraría en el Índice de Libros Prohibidos en 1687, después de a
muerte del autor, no tanto a causa de sus palabras como de la controvertida
figura de la biografiada.
Otro asunto
complejo de la vida de Lorea es el hecho de autointitularse «Cronista de la
Orden», audacia que le vale un conflicto con el Maestro que solo le había
nombrado «Cronista de las Provincias de España y no de toda la Religión». A
pesar del enfado y advertencia del Maestro, Lorea seguirá utilizando el título
de cronista con expresiones ambiguas como «Coronista de la Orden, y de esta
Provincia».
Los últimos años
de Lorea transcurren en Valencia y Almagro. Mientras reside en la primera ciudad
(1678-79) publicará tres libros. La imagen de sus últimos días transmitida por
sus escritos es la de un hombre plenamente dedicado a la escritura. Con el
esfuerzo de sobreponerse a los achaques —aunque es todavía joven— quiere acabar
aquellas obras empezadas y publicar las que tiene guardadas y cuya impresión
nadie quiere costear. Aunque se ha escrito que murió en Valencia, parece más
probable que fuera en Almagro, donde fecha sus últimas palabras en enero de
1684.
David Pecador y David Penitente
La
obra que nosotros editamos es: David Pecador y David Penitente. Primera y
segunda parte. Empresas morales político-cristianas. Compuestas por el P.
presentado F. Antonio de Lorea. Coronista General de la Orden de Predicadores.
Dada a la estampa por el Lic. Bernardo de Lorea Amescua su hermano, Clérigo
Presbítero, Comisario de la S. Cruzada en la villa de Almagro, y su partido.
Dedicada a la Serenísima Señora Sor Ana Dorotea de Austria, Religiosa en el Real
Monasterio de Descalzas de Madrid. Madrid: Francisco Sanz, 1674.
Este libro de
empresas de Lorea se presenta inicialmente como otro de los muchos dedicados a
la educación del príncipe y al arte de gobernar. Y, al igual que tantos de
ellos, es un tipo de contrafactum que explota el género popularísimo del
tratado dedicado al gobierno político «para persuadir a los hombres el camino
para ir a Dios» («Dedicatoria», s.p.). La «Dedicatoria» matiza la intención
didactico-moralizante de la colección de empresas, donde actúa un fondo propio
del Barroco hispano cargado de desengaño y desprecio del mundo: «De donde se
originan moralidades, y máximas políticas de gobierno, siendo el norte principal
a que los hombres limpien los ojos del polvo que levantan los tráfagos del
mundo, y miren a Dios, sin el embarazo que causan las Políticas mundanas»
(«Dedicatoria», s.p.).
La primera de
las dos Censuras al libro, firmada por fray Luis Juste, de la Orden de
Predicadores y Prior del Real Convento de Santa Catalina Mártir de Barcelona,
comenta el estilo y contenido de la obra en lenguaje convencionalmente
formulario: «He hallado en él, no sólo la elegancia de estilo, sino la propiedad
en los textos originales de Santos Padres, e historias que trae para exornar los
discursos, el orden admirable con que los va siguiendo, y el fin a que los
encamina, que es a arrancar los vicios, y plantar las virtudes» («Censura de
fray Luis Juste», s.p.).
El enfoque de
la segunda Censura, la del doctor D. Juan de Texada y Aldrete, Canónigo de la S.
Iglesia de Sevilla y Administrador del Hospital Real de Sevilla, es hacia el
desengaño que el libro de Lorea ofrece de la política humana. Al referirse a dos
libros previos del dominico, el Grande Hijo de David y el
Bienaventurado S. Pío Quinto, Texada y Aldrete afirma que Lorea «desengaña
con admirable persuasiva a los estudiosos de política mundana […] sabiduría
animal, diabólica, enemiga de la salud, muerte de la vida, madre de la tibieza,
y que suele provocar a Dios a tomar venganza […]. En estos discursos […]
destruye la quimera, o política del mundo, y esta ciencia en que tanto estudian
los ociosos, enseñando cómo la perfecta Política es la observancia de los santos
mandamientos, el desengaño del mundo, y caminar a Dios con palabras y
pensamientos» («Censura de D. Juan de Texada y Aldrete», s.p.).
A los
preliminares siguen una «Tabla de los Capítulos y cosas notables de esta primera
parte» y un prólogo sobre los «Padres, Nacimiento, Patria, y Sucesos de David,
antes de ser Rey, y después de ceñirse la Corona, hasta cometer el adulterio»
(págs. 1-5). Las 30 empresas del libro se dividen equitativamente entre las dos
partes (David Pecador y David Penitente) distribuidas en «capítulos». Cada
capítulo tiene un título en castellano (p.ej.: «Principio, y ocasión del pecado
de David»), seguido de una cita bíblica en latín. A continuación se da el Texto
y Moralidad en prosa. Luego viene la empresa. Son grabados en madera bastante
toscos, y a veces algo mal ejecutados, sobre todo en lo que atañe a la
representación de la figura humana. Dentro del grabado aparece el mote en latín.
La subscriptio es el Discurso, en prosa, y casi siempre muy extenso. Al final
del Discurso viene el Ejemplo, también largo y en prosa. El libro se remata con
una «Tabla de los Capítulos, y cosas notables de esta segunda parte».
Es interesante
el análisis de Víctor Mínguez en el que es prácticamente el único estudio sobre
la obra («Una historia bíblica en emblemas», Goya, Revista de Arte,
187-188 —1985—, págs. 97-101), donde subraya la peculiaridad del libro de
emblemas de Lorea dentro de la emblemática hispana, consistente en su absoluta
subordinación a una línea narrativa. «Como consecuencia de esta subordinación,
la temática que desarrollarán las estampas y sus correspondientes discursos
estará en relación directa con los versículos en que se ha desmenuzado la
historia, y que encabezan cada empresa» (97):
Como si de un libro de
itinerario místico se tratase, el libro de Lorea se divide en dos partes:
alejamiento de Dios por parte del Rey David (David pecador…) y su
posterior reconciliación (David penitente). Los quince emblemas de que
consta el David pecador van desde el deseo y la tentación hasta la
consumación del pecado. El David penitente, por el contrario, desarrolla
los temas del arrepentimiento, el castigo y el perdón, para finalizar en la
renovación que devuelve el favor divino.
Como podemos ver, los temas de
las estampas son mitológicos, animalísticos o recogen elementos propios de de la
iconografía barroca (la nave la calavera…) […] La mayor parte de los discursos
encuentran su apoyatura gráfica en una estampa de carácter animalístico (quince
en total), circunstancia que Lorea justifica en el capítulo XII del David
penitente: «He escrito muchas veces que la mejor política para los hombres
racionales se puede motivar de las propiedades de que el autor de la naturaleza
adornó a los brutos».
[El final feliz de la historia
de David que nos cuenta Lorea] es el resultado de la alianza que se establece
tras la sumisión del rey a Dios. El proceso de subordinación de David, así como
sus anteriores errores, sirven a Lorea para poner de relieve una serie de
virtudes que deben adornar la figura del monarca: justicia, equidad, humildad,
misericordia, rectitud, etc. (97, 98, 101).
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Aquí presentamos el emblema 2 (Fascinio
punit) del David Pecador
(Madrid 1680), junto con su
comentario:
Capitulo
2
Viditque mulierem se lauantem, ex aduerso,
super solarium suum: erat enim mulier pulchra valde.
Emblema: FASCINIO PUNIT

Texto y moralidad
Paseauase David en vna galeria de su Palacio, y viò à vna muger,
que en vna açotea que estaua enfrente, se estaua lauando. La muger
era ermosa con estremo.
No ignoraria esta muger, que el Rey no auia salido à canpaña: y
muger que su jardin està registrado de las ventanas del Palacio de
vn señor, y se pone à lauar en carnes, ò tiene mucho descuydo de que
la miren, ò mucho cuydado de que la vean: Al tienpo que el Texto
dize, que era ermosa, no
dize como se llama. Solo le da nonbre de muger en comun. Como
advirtiendo, que aquella accion no es de muger principal, sino de
vna muger comun. Viòla el Rey.
No es mucho que la viera, si ella buscaua ocasiones de ser vista.
Pudiera ser que vbiera menos onbres malos en el mundo, si no vbiera
tantas mugeres mundanas. Quando su marido està en la guerra, y
expuesto el cuerpo à las flechas, picas, chuços, y alabardas, expone
la muger el cuerpo à que la mire vn Rey, sus Validos, Pages,
Mayordomos, Porteros, Gentilesonbres, y tantos como asisten à la
persona Real, y viuen en Palacio: para que su desonra sea mas
publica à vista de mas testigos, y su ermosura mas vituperada,
quando por la ausencia de su marido deuiera estar mas recogido.
Lauauase. El agua lauaua el
cuerpo, pero su profanidad manchaua su onra. Vieronla los ojos
ermosa; pero lo desonesto la boluia fea, y abominable. Pues no es lo
mesmo tener aficionado à vn Rey, que ser onrada.
Discurso
Miserables estragos an causado las mugeres en las onras, vidas,
aziendas, y almas. Con vn mes solo que los honbres que mas las aman,
tuuieran juizio, aprendieran oficio las que quieren ser amadas.
Ageno es el asunto, de la profesion de Religioso, y Sacerdote; pero
para manifestar las eridas, y preuenir el remedio, muchas vezes lo
leemos en los libros de los Santos Padres: y las Escrituras
Canonicas auisan el dorado veneno de las mugeres, para que los
onbres sepan huirle. Vna muger, que su jardin està à la vista de las
ventanas de Palacio, se pone à lauar el cuerpo tan sin modestia,
como sin zelosia, ò cortina que la encubriese. Muger que quiere que
la vean, no le pesa de que la celebren; y la que desea que la
aplaudan, no le pesa de que la quieran. Fieras crueles con voz
vmana: peste disfrazada con dulces laços, que enpiezan en el dulce
encanto de los sentidos, y viene a parar con todos sus alagos, y
engaños en dar con el cuerpo en la sepultura, y con el alma en los
infiernos.
Vna sirena que canta, y los onbres encantados arrojarse al mar, à
perecer es el cuerpo de esta enpresa. Para entender la propiedad, es
necesario aueriguar si ay sirenas, porque algunos dizen, que estas
son como el aue Fenix, y que como es fabulosa la vna, lo es la otra.
De anbas aze mencion el Texto Sagrado. (A)
(B) Vincencio Obispo Velbacense, de la Orden de Predicadores, en el
Especulo Natural delinea su forma. (C) Dize, que son animales
mortiferos, del vientre arriba semejantes à mugeres: de alli abaxo
pescados llenos de escamas. Suelen azer vna musica tan dulce, que
encanta a quien la oye; y a los nauegantes, ò les causa sueño, ò les
aze precipitar al mar: y por vno, y por otro tiene tal fuerça, que
atrae à si a los pasageros. Quando, ò con la dulçura de la musica, ò
lo pesado del sueño, los tienen cogidos, azen cruel presa en ellos,
y toda la suauidad de la voz, y el encanto con que atraen, viene à
parar en azer pedaços à los pasageros, y comerselos. Quando los
nauios suelen pasar, y los marineros no azen caso de ellas,
enfurecidas asaltan las enbarcaciones, y suelen lograr el salto con
daño de los onbres. El modo que tienen para escaparse de ellas, es
arrojarles vna botija bacia, con que se entretienen, y los otros se
escapan. Suelen verse con sus ijos, dandoles el pecho como mugeres,
y como ellas los traen en los braços, asta donde, y mas baxos
decienden los cabellos de la cabeça. Abitan pielagos profundisimos,
y en Islas muy remotas. (D) Cornelio à Lapide dize, que en su
tienpo cogieron vna en el mar de Frisia, la qual conseruaron muchos
años y aprendiò a ilar a la rueca, como las demas mugeres.
San Isidoro, moralizando sus propriedades, entiende en ellas à las
malas mugeres. (E)
Criò Dios à la muger para que fuese ayuda al onbre, y despues de
auerse formado à su costa, fue el instrumento de su ruina. No sè
qual sea mas ponderable, ò la fuerça en vna muger torpe para atraer,
ò la floxedad de los onbres en resistirse à sus alagos. Torpemente
desnuda se representa Bersabè à los ojos de Dauid: peste que huyeron
los Santos, y inconueniente que en sus escritos à gritos le
preuienen, para que los onbres estén en los estribos de la
aduertencia para huirlos. No es menos enfermedad vn tabardillo à la
salud, que vna mala muger à la republica. Es contagio que inficiona
el ayre: es sierpe que respira veneno, y le pega por los ojos,
oidos, y sentidos. Con ellas se pierde à Dios el temor, la verguença
à la onestidad, el freno al recato, y el exenplo de estas aze mas
daño en las recatadas, que el cancer en el cuerpo; porque este se
conoce: y este daño quando se conoce, tiene ya consumida la onra de
ellas, y gastadas las aziendas de ellos.
En tienpo de los Pontifices Pio IV. y Paulo IV. auia crecido en Roma
tanto la disolucion de las mugeres Cortesanas, ò Rameras, que no
solo se auian estendido à viuir por toda la Ciudad, sino que aun los
mejores Palacios tenian ocupados con su viuienda. Sucedio à Pio IV.
el Bienauenturado San Pio V. (F)
como escriuimos en su vida (que se acaba de imprimir en Madrid
quando escriuimos esto:) y como virgen puro, y amantisimo de la
castidad, enpezò à azerlas cruel guerra, mandandolas desenbarazar
las casas, y salir de Roma, y del estado de la Iglesia. Iuzgando su
torpe vida indigna, no solo de Cristianos, si no de onbres
racionales, fauoreciò el Senado la causa de ellas. Nunca dexa el
demonio de buscar padrinos al vicio: y con todas sus fuerças
oponerse à quien patrocina la virtud. Por los intereses que el
Senado tenia, y las rentas que le contribuian de sus pecados, les
pareciò necesario el retenerlas, y por la grandeza de Corte el
conseruarlas. Como si fuera credito de vna Corte Cristiana, y cabeça
de la Cristiandad, el conseruar ofensas publicas contra Dios, y
patrocinar à quien lo tenia por oficio. Fueron à ablarle en voz de
Senado, propusieronle sus razones; à que el Santo Pontifice les
respondiò los inconuenientes que se seguian de su consentimiento, y
el mal exenplo à sus mesmas mugeres, y ijas. Allandoles duros en el
dictamen, les dixo con aquel pecho Apostolico, y Santa resolucion
que tenia en todas las cosas: Estoy mirando por la onra de Dios, por
el decoro de vuestra Ciudad, por la onestidad publica, por el
credito de vuestras personas, ijas, y con todo eso os ciegan los
alagos, y intereses de esas mugeres perdidas, à que cerreis los
oìdos à vuestra conueniencia, y mis ordenes: pues mirad qual quereis
mas.
Yo, y ellas no emos de viuir juntos. O ellas an de salir, ò
mudaremos la Corte à otra parte. Tenblaron los Senadores de verle, y
oirle, y trataron de obedecerle. Allaron inconuenientes en la total
execucion de la ley: pues de quitarlas à todas, era ocasion à mas
desonestos vicios. Desterrò de Roma à las mas escandalosas,
rapandoles à nabaja el cabello, y à las demas encerrò en vn barrio.
Promulgò nueuas leyes, y editos contra ellas, en especial, que la
que muriese sin Sacramentos en aquel mal estado, no fuese enterrada
en sepultura Eclesiastica. Reduxeronse muchas al seruicio de Dios, à
quien como Padre fauoreciò, dandoles dotes à vnas para Religiosas, à
otras para casarse: y limpiò la Ciudad de tan pegajosa peste.
Pasò el Santo de esta vida à la Bienauenturança, y muchas de ellas
que se quedaron en sus vicios, teniendo noticia de su
muerte concurrieron à la Iglesia de San Pedro donde estaua el
cuerpo, para arañarle, y vengarse de èl: pero al punto que le vieron
aquel rostro venerable, mas le temieron muerto que viuo, y aziendo
prodigiosa operacion en sus coraçones su mala vida, à vista de
aquella Santidad: arrepentidas de sus pecados à gritos los llorauan
confesandolos, con que salieron del mal estadon en que estauan.
Procediò Pio como buen Rey, y como Santo. Como Rey en no permitir en
su Republica tal veneno: como Santo en cerrar los ojos, y los oydos
à las vozes de estas sirenas, que con su musica encantan para atraer
à si à los onbres, y despedazar sus aziendas, y salud, y dar con las
almas en los infiernos. Pudo Dauid considerarse Catolico, y como
quien conocia à Dios, y auia recebido tantos fauores de su mano.
Como Rey deuia poner remedio à tanta desonestidad. O quantas vezes
se à visto torcida la justicia, por la intercesion de vna mala
muger! Quantos à auido en el mundo que quando en justicia no pueden
conseguir vn negocio del juez, le guardan la cara por la parte que
es bueno: y estudian, y procuran saber si tiene algun lado malo, y
por medio de la que le tiene torcido el juizio, y la razon,
diligencian el torcer la justicia àzia su conueniencia! Dan gratos
oìdos à sus vozes; ayudanse de su parte con la desonestidad, que
aziendo esta la puntería a la flaqueza del Iuez, con facilidad le
rinden. No fue menos poderosa Erine, ermosa ramera en Atenas: ni el
Iuez del Senado mas robusto que Dauid, como refiere Pausania, (G) y
otros. Auisaronla de vn graue delito, y saliendo a la Sala en
presencia de los Senadores, era Abogado de su causa el grande Orador
Hiperides. Alegò textos, y razones en su descargo, y no pudo
defenderla: y viendose condenada, y que la muerte auia de ser
cierta, no pudiendo reducir à los Iuezes, descubriò los pechos, y
adornandolos con palabras alagueñas, fueron mas eficazes para
conuencer al Presidente del Senado, que todas las razones del
Filosofo. Y estando ya con el lazo al cuello, quedò el Iuez preso en
su laço, y arrastrado de su ermosura, la diò por libre. No es mucho
que aga esos efectos, quando los onbres abren puerta à sus afectos.
Tanto tienen sus armas de penetrantes contra los onbres, quanto
ellos no quieren fortalecerse con Dios. De el onbre fue formada la
muger, y con ser èl su origen, enpezò con su vezindad a padecer
perdidas, y ruinas. El no tomar escarmiento, es querer rendirse al
peligro.
No à auido onbre cuerdo que admita desafio con enemigo mas poderoso,
quando conoce que las fuerças no igualan à las del contrario. Al
gran Capitan le preguntaron, que qual auia sido la mayor de sus
azañas, y la accion mas valiente? Y respondiò, que el boluer las
espaldas a vn enemigo superior en fuerças, quando no se allaua con
espiritu para resistirle. Terrible ocasion se le ofreciò à Dauid à
la vista. Enemigo que es menester mucho esfuerço para vencerle; pero
ponerse deleytoso en la batalla, es enpezar à padecer su ruina: y
quando luego al punto no obre su veneno, es como la mina encendida,
que poco à poco va cobrando fuego, para rebentar de vn golpe.
Por esto escriuia San Anbrosio las operaciones que en el onbre causa
la torpeza, (H) y
son tales, que estremece el leerlas. Cruel espuela, dize el Santo,
es la luxuria, para cometer delitos, que continuamente està picando,
sin dexar que descanse vn instante. Abrasando el coraçon, y las
entrañas, todo es vn fuego que arde, trayendo en perpetua inquietud
el pensamiento. No ay negocio que le diuierta, todas sus potencias
arrebatadas à este desasosiego, no concede vna ora de treguas al
descanso. Cobra con las tinieblas de la noche, nueuos brios, y los
anhelos que le an fatigado de dia, quando deuieran rendirle al
sueño, enpiezan aora con tan cruda guerra, que lo qu enpieza à ser
noche, enpieza à ser vn infierno. Anda el descanso desterrado, y la
continua fatiga que à tomado posesion del alma, en esto està toda
ocupada, teniendo lo por diuertimiento, y aquella por poca fineza.
Distrae de la razon, que en nada la tiene. Abstraido de lo que le
inporta, en esto son sus cuydados. Pierde el pie en este golfo, y se
aoga en èl la prudencia, el juizio, la discrecion, la onrra, y la
vida. A los mas locos los trae rematados, y a todos los lleua al
matadero. Perpetuo fuego que procura consumir la castidad, no ay ora
que no estè en centinela para destruirla: y tanto tiene de ventaja,
quanto en esta ay de descuido. Con el vso se aumenta. Es leña que se
arroja à las llamas, que con las brasas se abrasa, y con los
materiales crece de suerte que consume, y reduce à cenizas al que
vna vez enpezò à encender, sin cuydarse de apagar. Enfurecido el
onbre en esta locura, ningun pecado desecha, y el coraçon echo
bolcan del infierno, intenta respirar en qualquiera puerta, sin que
sea estorbo, ni freno à su torpeza la fealdad del delito. Permanece
asta la muerte, y llega esta à cortar los ilos de la vida, sin poder
arrancar del coraçon las raizes que en èl tiene echadas el vicio, y
auiendo consumido la edad, la salud, la vida, la azienda, la onra,
la buena fama: y enredado à la miserable alma en culpas, da con ella
en los infiernos, al tienpo que los achaques de la torpeza, dan con
el cuerpo en vna asquerosa vida.
Vna Sirena encanta à los onbres. Tales efetos aze la torpeza.
Desnuda la muger tira à si la voluntad, y entendimiento de Dauid.
Quando el adorno se izo para mas gracia, y por parecer mejor, vsan
mas, y mas las que quieren parecer bien: que desdichas no causarà la
que viue con ese cuydado! En todos siglos, y en todas edades à auido
que lamentarse en esto: y jamàs à llegado España a padecer tanta
lastima, como la profanidad que se vsa en los trages, sin que dèn
lugar à que se distinga la muger mala de la que es señora: ni se
pueda conocer quien tiene mas azienda, pues asi viste la que lo gana
con ayuda del demonio, como la que lo merece mejor por su nobleza, y
su virtud. Esparcen gemidos al ayre algunos, de que las gabelas que
pagan no les dexan comer vn bocado de pan sin espinas, y no lloran
con anbos ojos el verse desangrados de mugeres, que vn vestido solo
que se ponen auian menester la renta de vn gran señor. Quantas
mugeres principales an reducido à gala su poco posible, y à viuir, y
vestir modestisimamente, porque su caudal no llega à donde
necesitaua llegar su autoridad, y nobleza, y se pasan con vna
basquiña, y jubon ordinario, y recojidas en su casa estàn trabajando
todo el dia, y no alcançan para sustentar vna criada, ni aun para
sustentarse a si mesmas: al mesmo tienpo que se ven mugeres que no
les falta el coche para el paseo, el asiento, y bebidas en la
comedia, el abanico de quatro doblones, las puntas en el manto de
las mas grandes, y nueuas; las contramangas de brocato; la casa
adornada con escritorios, colgaduras, espejos, braseros, bufetes,
alfonbras, y estrados. La comida toda regalos, el dia todo en
diuertimientos, la labor de sus manos, el conponerse con joyas,
cintas, guantes de Italia, y inuenciones que traen los Franceses,
sin mas oficio, que su ocio, y sin mas renta que sus pocos años, y
su cara! Y quando el vestido costoso vistiera al cuerpo pudieran
sufrir los ojos castos su soberuia: pero quando esta es mayor, y mas
costosa, al paso que vna muger viste el cuerpo, y se queda desnuda,
con los trajes desonestos que oy se vsan es mayor el dolor. |